lunes, 15 de septiembre de 2008

Ana Laura de Entretablas.blogspot.com

Obscena: “Lo que ya no produce ilusión es muerte”*

“Para que una cosa tenga un sentido, hace falta una escena, y para que exista una escena, hace falta una ilusión, un mínimo de ilusión, de movimiento imaginario, de desafío a lo real, que nos arrastre, que nos seduzca, que nos rebele”[1]


¿Cuál es el límite de la representación teatral?¿Cuánto es necesario presentar y cuánto hay que representar dentro de las reglas de la verdad escénica? Este cuestionamiento marca la puesta en escena de Obscena y es la pregunta que los dramaturgos Luciana Lagisquet, Alejandro Gayvoronsky y Santiago Sanguinetti, bajo la dirección general de Gabriel Calderón, trataron de responderse a través del texto y su escenificación. La obra, que significa para estos tres jóvenes artistas el trabajo de egreso del Instituto de actuación de Montevideo, traslada concientemente varios planteos -más que respuestas- de la escena al espectador. Cuestiones que aparecen durante y posteriormente a una puesta que (más allá de entenderse como transgresora por su temática) se convierte en disparadora de reflexiones acerca del teatro mismo como herramienta expresiva. Así, el proceso creativo se transforma en una búsqueda que define la postura de una nueva generación de artistas teatrales.

Lo obsceno es un término que atraviesa diferentes acepciones: es todo aquello que ofende al pudor, como etimológicamente lo que no puede mostrarse en escena. Según Corinne Maier es un concepto inestable ya que cada cual aprecia la obscenidad según su subjetividad. El texto de Obscena cruza simultáneamente tres historias que abordan las vetas de lo obsceno en sus dimensiones de violencia, escatología y pornografía, dimensiones que se trasvasan unas a otras. Uno de los autores integrados por los dramaturgos en su investigación, Jean Baudrillard, define lo obsceno como lo más verdadero que lo verdadero, lo más visible que lo visible. El autor entiende que lo obsceno posee un porvenir ilimitado y, en ese proceso creciente y absoluto, el propio concepto choca con una herramienta (el teatro) que plantea sus límites precisos. Entonces, ante esta contradicción ¿cómo representar lo obsceno?

Al inicio de la puesta emergen las tensiones de una lógica de contradicciones necesaria para llevar adelante el juego escénico. En el abordaje de lo exacerbado se presentan paradójicamente reglas, límites al espectador a quien se pide que no aplauda ni al final, ni al comienzo de la obra: una violación, una imposición que fuerza al otro a hacer algo que no quiere. Dicha regla es un guiño a otro autor inspirador del texto, Pier Paolo Pasolini, quien en su Manifiesto 32 puntos para un nuevo teatro ruega no aplaudir y pide a cambio un diálogo sobre los problemas debatidos en el texto, diálogo que se hace efectivo al final de la puesta de Obscena, según sus reglas. Después de todo la escena es un juego, y estas reglas lo ordenan. ¿Las reglas de la realidad son diferentes a las reglas de la escena?

Lo cierto es que en la realidad lo obsceno lo invade todo. Lo real se ha vuelto hiperreal (más real que lo real). Según Román Gubern la obscenidad se hace presente, entre otras manifestaciones, en la imagen de lo cruel, en la espectacularización de la tragedia. No hay límites en el registro de lo real. No los hay cuando en un reality show una cámara muestra el dolor de una persona en el momento exacto en el que se entera que es víctima de una infidelidad, en la transmisión en directo de un suicidio o una masacre, o cuando los informativos toman en primer plano los cuerpos sangrantes y agonizantes de las víctimas de un accidente. Para Baudrillard las figuras de lo obsceno son las de la pérdida de la ilusión, del juego y de la escena,“el modo de aparición de la ilusión es el de la escena, el modo de aparición de lo real es el de lo obsceno[2]. El modo de aparición es donde radica la diferencia.

Bajo el anuncio “todo será mostrado” se inicia la representación, en la que los límites que conlleva decidirán hasta dónde llegará lo que se muestre.¿Qué será mostrado si lo obsceno es todo lo que no puede mostrarse en escena? Justamente caminando sobre ese límite la presencia de una cámara y una pantalla develan lo que ocurre fuera de la escena, descubren la simulación de situaciones obscenas. La cámara rompe con el fuera de escena teatral al ser los ojos del espectador en aquellos lugares vedados a los que no puede acceder y lo fuerza nuevamente a enfrentarse a una imagen. Así puede presenciarse una masturbación en el baño u observar a una chica que se retira un tampón que contiene su menstruación. La imagen de video proyectada en la pantalla, por su naturaleza, se convierte en algo fuertemente real que juega una pulseada con el sueño teatral. Sin embargo, todo sigue siendo un simulacro. Estamos ante una representación y no ante una presentación: “el arte no devela; es un velo. Al mismo tiempo escabulle y presenta algo más allá de lo que el espectador reclama ver: su maniobra consiste en dejar desear.”[3]

En una simulación más despiadada la misma cámara que registra la previa de una relación sexual en el marco de una película porno también filma la representación de la agonía de un ser humano en vivo y en directo, escupiendo sangre decididamente falsa. Se apela a lo grotesco y a la ironía, como en la escena de la felación o del zamarreo del militar hacia su empleada. Esa ironía, y ese estilo grotesco cumplen la doble función de oficiar como cuestionamiento de una realidad virtual de imágenes que exceden a la escena, y de permitir manejar el pudor de los propios actores, y el del espectador ante lo representado.

Se impone el simulacro: hiperrealidad versus la ilusión del teatro. “En realidad el porno sólo es el límite paradójico de lo sexual. Exacerbación realística, obsesión maníaca de lo real: eso es lo obsceno, etimológicamente y en todos los sentidos[4] . Baudrillard asegura que cuando no hay más ilusión lo que muere es la escena. Así lo obsceno desencanta y es su fin. Bajo este precepto, en la obra llegado el clímax de lo obsceno (relación sexual en vivo, violación, etc.) se define el límite de la representación para estos artistas. El apagón total aparece para salvaguardar esa ilusión teatral y lo representado se evoca sonoramente en la imaginación. Hay un coqueteo con lo real, hay un tránsito en el límite, para no transgredirlo sino para definirlo. Después de todo: “¿Dónde está la fuerza de la ilusión, si se extasía en resurgir nuestra vida cotidiana y en transfigurar nuestro lugar de trabajo?”[5]



* Jean Baudrillard, Las estrategias fatales

[1] Idem, Pág. 67

[2] Idem, Pág. 52

[3] Corinne Maier, Lo obsceno, Pág. 69

[4] Jean Baudrillard, De la seducción, Pág. 41




Daramaturgia y dirección de actores: Calderón, Lagisquet, Gayvoronsky, Sanguinetti.

Sábados 22 hs y Domingos 21 hs

Espacio Palermo, Isla de Flores 1626 esquina Minas

Reserva telefónica 418 68 67

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