martes, 19 de agosto de 2008

Crítica de Jorge Arias en La Republica

(Arias habló mal de mi persona y de mi trabajo interminables veces, esta vez se calmó y aparentemente valoro el trabajo. Será que estamos haciendo todo mal?)

Obscena. De Gabriel Calderón, Luciana Lagisquet, Alejandro Gayvoronsky y Santiago Sanguinetti

Con los dedos en la llaga

Obscena nos ha resultado sorprendente. Lo que primero llama la atención es la audacia, la osadía de tratar, con franqueza y claridad, no sólo el sexo sino también las discriminaciones: la víctimas de la represión militar, con la tortura incluida, las clases sociales y sus relaciones.

Obscena. Un espectáculo entretenido y coherente, de ritmo firme.
Obscena. Un espectáculo entretenido y coherente, de ritmo firme.

También los negros y los enfermos terminales, de los que dio cuenta, a la manera del nazismo, su aclamado precursor (o epígono), el Dr. Magga.

Nada hubo muy original en el punto, y las divertidas escenas del rodaje del filme porno, con la directora que debe contener a una actriz demasiado dispuesta, tienen un aire de familia con las aéreas piezas de Rafael Spregelburd, como "La estupidez" y en particular con "La escala humana", que escribió en colaboración con Daulte y Tantanián. Las menciones a la dictadura militar, a la explotación, a las clases sociales y al racismo, son tenues, pero son; y hubo por ellas, en el Espacio Palermo, una ventana abierta a la realidad, un sonido de verdad que no habíamos oído en nuestro teatro desde la siempre recordada "La ópera de la mala leche" de Tabaré Rivero. Oímos, o creímos oír, el nombre de Pasolini; y la mezcla explosiva de sexo con muestra social justificó su invocación.

Pero lo mejor de "Obscena" fue el desgarrador episodio de la enferma que morirá en la soledad de un hospital. El libreto, cuyo autor no podemos individualizar, es valiente y de una calidad de escritura que no se ve a menudo en nuestras tablas; nos fue claro que, sea quien fuere el autor, no se lo pudo escribir sin enfrentarse con los propios fantasmas y triunfar sobre ellos. Una segunda causa de sorpresa fue la aplicación de los autores del libreto al arte de escribir. Los diálogos fueron examinados, modificados y perfeccionados, con un esmero que tampoco frecuenta nuestro teatro. Se oyeron frases concisas, creíbles, casi siempre significativas, sin rellenos ni cháchara. Por momentos aquello tenía gracia, otras veces dijo de honduras, más de una vez se oyó una buena observación de la vida y del lenguaje cotidiano.

La idea de representar a la vez historias independientes, sugiere necesariamente el caos; pero el teatro no puede ser un caos. Las más de las dificultades prácticas en este sentido, fueron salvadas; y si no llegamos a comprender del todo alguna de las tramas, se logró un espectáculo entretenido y coherente, de ritmo firme, a través de la variedad de temas y episodios.

La interpretación estuvo a cargo de alumnos, que ya han aprendido más que lo suficiente, de la escuela de arte escénico que funciona allí mismo, el Instituto de Actuación de Montevideo, a cargo de Gabriela Iribarren, Marisa Bentancur y María Mendive. Sus actuales condiciones de actores merecen ser vistas y apreciadas.

OBSCENA, dramaturgia y dirección de actores de Gabriel Calderón, Luciana Lagisquet, Alejandro Gayvoronsky y Santiago Sanguinetti, con Bruno Pereira, Carolina Naser, Estefanía Machado, Federico Bertrand, Ileana Silva, Lucía Santos, Lucía Tabárez, María Inés Dufour, Rodrigo Peluffo, Sofía Dabarca, Veróbica Dobrich, Victoria Novick, Victoria Pereira, Viviana Montaño y Yoni Kurlender. Escenografía de Nicolás Pequera, iluminación de Martín Blanchet, vestuario de Alejandra Stewart, música de Silvia Meyer, coreografía de Martín Inthamoussú, dirección general de Gabriel Calderón. Estreno del 3 de agosto, espacio Palermo, Isla de Flores 1627.

2 comentarios:

Vachi dijo...

Me encanta la aclaración bajo el título de la nota.

Vachi dijo...

(La del paréntesis)

 
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